viernes, 10 de febrero de 2017

ENCANTADORAS VECINAS

ENCANTADORAS VECINAS

LA PERSONA QUE HABITA al lado  de mi  apartamento, a quien por circunstan -
cias extremadamente forzosas se le debe dar el título de vecina, es un ser un tanto cuanto particular, una especie rara en el zoológico del mundo por donde todos nos movemos. Podría pasar sin duda por una mujer linda, si no fuera por sus dientes de castor amarillentos y su facha de ratón miope, ansioso por encontrar un hueco para ponerse a existir. Yo evito acercarme a ella, un mordisco venenoso, irreparable o  doloroso sería realmente lamentable, nunca se sabe con los roedores de sótanos abandonados. Su pelo esponjado, parecido a un curioso gorro hecho de paja, está teñido de color uva intenso; mientras que de su cuerpo bien plantado y corpulento, sobresalen unos senos estratoféricos, tan voluminosos que bien podrían ahogar a aquel que se arriesgue a tenerla entre sus brazos. Su edad incierta podría situarse entre los cincuenta o los cien años, penosamente llevados. El paso del tiempo es una barrera voluble, que tarde o temprano obliga a ciertas mujeres a dejar de serlo. Es un inexplicable y angustioso proceso de masculinización, cuyos resultados se dejan ver en un bigotillo persistente, si bien fervorosaente polveado, una nariz flácida colgada por su peso, y el fulgor y la promesa de los labios que algún día tuvieron, difícil de mantenerse por agotamiento o tedio.
    
   Los orígenes nórdicos de mi susodicha vecina se revelan cuando habla. Un simple buenos días, adiós o hasta pronto, sale atropelladamente de su boca a través de una endiablada voz gutural, a veces chillona y rápida, que hace pensar en un estre -pitoso desprendimiento de rocas cayendo por un desfiladero. Se llama:
Gertrud.
  
  

- - - - - - - - - - ¡Atención! ¡Atención! Vagón No. 5 - - - - - - - - - -
Aviso de último momento
Sin anunciar nada a nadie, Gertrud abandonó su domicilio hace solo unas semanas.
Ni siquiera el dueño, ni el conserje del edificio, ni aun los vecinos más cercanos a ella nos dimos por enterados. De la puerta de su casa cuelga únicamente la corona navideña de plástico color violeta... Me parece que ahora comienzo extrañar sus bo-tas, sus porrazos y su flauta desafinada interpretando marchas militares...


                          Cuento de la serie Estación Terminus, libro de próxima publicación.

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