ENCANTADORAS VECINAS
LA PERSONA QUE HABITA al lado de
mi apartamento, a quien por circunstan -
cias extremadamente forzosas se le debe dar el título de vecina, es un ser un tanto cuanto
particular, una especie rara en el zoológico del mundo por donde todos nos
movemos. Podría pasar sin duda por una mujer linda, si no fuera por sus dientes
de castor amarillentos y su facha de ratón miope, ansioso por encontrar un
hueco para ponerse a existir. Yo evito acercarme a ella, un mordisco venenoso,
irreparable o doloroso sería realmente
lamentable, nunca se sabe con los roedores de sótanos abandonados. Su pelo
esponjado, parecido a un curioso gorro hecho de paja, está teñido de color uva
intenso; mientras que de su cuerpo bien plantado y corpulento,
sobresalen unos senos estratoféricos, tan voluminosos que bien podrían ahogar a
aquel que se arriesgue a tenerla entre sus brazos. Su edad incierta podría
situarse entre los cincuenta o los cien años, penosamente llevados. El paso del
tiempo es una barrera voluble, que tarde o temprano obliga a ciertas mujeres a
dejar de serlo. Es un inexplicable y angustioso proceso de masculinización,
cuyos resultados se dejan ver en un bigotillo persistente, si bien
fervorosaente polveado, una nariz flácida colgada por su peso, y el fulgor y la
promesa de los labios que algún día tuvieron, difícil de mantenerse por
agotamiento o tedio.
Los orígenes nórdicos de mi
susodicha vecina se revelan cuando
habla. Un simple buenos días, adiós o hasta pronto, sale atropelladamente de su
boca a través de una endiablada voz gutural, a veces chillona y rápida, que
hace pensar en un estre -pitoso desprendimiento de rocas cayendo por un
desfiladero. Se llama:
Gertrud.
- - - - - - - - - - ¡Atención! ¡Atención!
Vagón No. 5 - - - - - - - - - -
Aviso de último momento
Sin anunciar nada a nadie, Gertrud abandonó su
domicilio hace solo unas semanas.
Ni siquiera el dueño,
ni el conserje del edificio, ni aun los vecinos más cercanos a ella nos dimos
por enterados. De la puerta de su casa cuelga únicamente la corona navideña de
plástico color violeta... Me parece que ahora comienzo extrañar sus bo-tas, sus
porrazos y su flauta desafinada interpretando marchas militares...
Cuento de la serie Estación Terminus,
libro de próxima publicación.
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